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Un iceberg del doble de superficie que Madrid se desprende de la Antártida

Gracias a los diversos satélites que no paran de tomar fotos y vídeos de nuestro planeta los glaciólogos han monitorizado durante años las diversas grietas que aparecían en la plataforma de hielo Brunt, de 150 m de espesor. A fines de 2019, se detectó una nueva grieta en la parte de la plataforma de hielo al norte de McDonald Ice Rumples, que se dirigía hacia otra gran grieta cerca de Stancomb-Wills Glacier Tongue.

En los últimos días se ha detectado que, un iceberg gigante de unos 1,270 kilómetros cuadrados (es decir, más del doble de la ciudad de Madrid, la cual ocupa 604 km2) se desprendió de la zona norte de la plataforma de hielo Brunt de la Antártida, según ha podido captar la misión Copernicus Sentinel-1.

Según Mark Drinkwater de la European Space Agency (ESA) , “aunque se esperaba y pronosticaba su ruptura desde hace algunas semanas, ver cómo se desarrollan estos eventos remotos sigue siendo cautivador“. Sin embargo no hay que olvidar el evidente peligro que supone un iceberg gigantesco a la deriva, lo que obliga a los expertos a monitorizarlo cuidadosamente.

De acuerdo ha informado la propia agencia espacial, esta ruptura no representa una amenaza para la estación de investigación Halley VI de la British Antarctic Survey, que actualmente no está tripulada, que fue reubicada en 2017 en una ubicación más segura después de que la plataforma de hielo se considerara insegura.

Un iceberg sin nombre

Aunque actualmente no tiene nombre, el iceberg ha sido apodado informalmente como el ‘A-74‘. Los icebergs antárticos se nombran a partir del cuadrante antártico en el que fueron avistados originalmente, al que se le añade un número secuencial. Más tarde, si el iceberg se rompe, se le añade una letra secuencial.

El monitoreo rutinario de los satélites de observación ofrece vistas sin precedentes de lo que ocurre en regiones remotas como la Antártida. Por ejemplo, gracias al radar que incorpora la misión Copernicus Sentinel-1 se puede observar la Tierra tanto de día como de noche, lo que permite ver las zonas polares incluso durante los largos y oscuros meses de invierno austral.

Vía| National Geographic

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