Chernobyl todavía alberga vida, en su mayoría lobos sin mutaciones visibles

Chernobyl
A pesar de lo que pensaban los expertos, la vida silvestre en Chernobyl siguió creciendo a pesar del peligro radioactivo que habita en su interior.

Tras la tragedia mundial sucedida en el pueblo de Pripyat el 25 de abril de 1986 dentro de la planta nuclear de Chernobyl, éste territorio ha sido clausurado y prohibido para la vida humana. El estallido en ese entonces del reactor #4 tras recalentarse, dejó tras su estela una nube de radiación densa que lo único que supo hacer fue traer muerte al pueblo.

Desde ese entonces, la Zona de Exclusión de Chernobyl (ZEC) se consideró un lugar inhabitable para cualquier tipo de vida. Dicho territorio ocupa alrededor de 2.600 kilómetros cuadrados con el reactor nuclear averiado como centro. El pueblo de Pripyat, y sus alrededores, se consideran terreno peligroso por las toneladas de radiación que recibió en 1986. Las mismas que todavía perduran en el ambiente.

La visión de muchos científicos sobre el futuro de la naturaleza en Chernobyl no daba demasiadas esperanzas de vida. Un terreno yermo, marchito, inhabitable, donde no podría volver a crecer vida sino dentro de muchos siglos era lo que se esperaba de este territorio. Creencias con muy malos augurios, que terminaron al final, siendo mentira.

La sorpresa que todavía mantiene a muchos con la boca abierta es el curso que tomó  la vida en Chernobyl, a diferencia de lo que se predijo. Los árboles permanecieron con vida desde 1986, igual que el resto de plantas y gramas sobre el suelo. Continuaron creciendo, reproduciéndose y abarcando todo el pueblo que ahora es incluso el hogar de muchas especies de animales.

Manadas gruesas de lobos grises recorren las calles y las habitan como si allí no sucediera nada. Se trata de animales sanos, sin ninguna deformación física producto de las mutaciones que puede generar la radiación circundante. Y de los que no se sabe si en sus genes presentan alguna alteración.

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Los animales en Chernobyl pueden ir más allá de la ZEC e interactuar con otras especies libres de la radiación

El seguimiento de la vida de estas criaturas quedó plasmado en una publicación del Eropean Journald of Wildlife Research. Para hacerlo más preciso, colocaron collares con GPS a 14 lobos grises para rastrear su movilización por la ZEC. Así, determinaron que aunque la mayoría permanecía dentro de la zona, existió un caso que abandonó el territorio.

Chernobyl
Grandes manadas de lobos grises pueblan las calles de Pripyat, y a pesar de la radiactividad, lucen sanos.

Fue un lobo joven, que se aventuró a recorrer hasta 300 kilómetros lejos de la Zona de Exclusión. Por problemas con el GPS, no se supo si regresó, o continuó más allá de lo que se registró. Lo que concluyeron los científicos fue que la vida en Chernobyl podría estar comenzando a interactuar con el exterior. Una idea inquietante, si pensamos en los posibles genes mutantes que podrían proliferar hacia otros lugares sanos.

Hasta el día de hoy, los expertos no tienen respuesta del por qué la vida en Chernobyl ha progresado a pesar de la radiación. La explosión del reactor nuclear liberó energía 400 veces mayor a la de Hiroshima, lo que debería haber acabado con cualquier forma orgánica presente en el territorio.

Posiblemente, investigaciones futuras explicarán la razón cuando menos lo esperemos.

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