El culpable de una cirugía fallida realizada por robots es escurridizo y abstracto

El culpable

Muchos matices encontramos cuando hablamos de máquinas realizando trabajos peliagudos. Sobre todo aquellos en los que se pone en riesgo la vida del hombre. Encontrar el culpable definitivo cuando una cirugía falla, y esta estaba siendo ejecutada por robots, por ejemplo es un tanto polémico a la vista legal actual.

¿Es la máquina la responsable del percance? ¿Lo son sus fabricantes? ¿O quizás los que están detrás de la programación de la máquina? La discusión sigue sin tener una respuesta definitiva, partiendo desde la base de que los casos hasta ahora son muy escasos. Y la opinión jurídica no se ha unificado para dar repuesta precisa a este tipo de situaciones.

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¿Has pensado alguna vez quién sería el culpable cuando las máquinas o las IA fallan en operaciones delicadas?

Aun cuando el tema sigue siendo un poco abstracto, sí que tiene su importancia llegar a un consenso. Después de todo, al menos en el ámbito médico, mantener la ética y las leyes al pie de la letra es el vale que tienen los pacientes para confiar en quiénes los atienden. No solamente esto, sino también llegará el momento de precisar cómo compensar al individuo afectado, y para lograr habrá que tener definida la situación de manera perfecta.

Muchos opinan que los robots y las IA deben de considerarse de la misma forma que a un cinturón de seguridad en vehículos. Al momento de un coche, en realidad el objeto no tiene la culpa de las consecuencias, ni tampoco los creadores de dicha máquina. Claro, a menos a que un desperfecto en su diseño de fábrica influya en el accidente de manera concreta. Ahí el panorama sería distinto.

Mientras tanto, las discusiones sobre este tipo de situaciones judiciales se basan en cómo se suceden las cosas. Si por ejemplo, el supervisor de la instrumentación no hizo un trabajo adecuado, sería el culpable. O si hubo un fallo que podría haberse evitado de la mano del encargado.

Es uno de los motivos por los que no se sugiere que las IA se manejen solas; sino que siempre tengan a alguien a la vista observando lo que sucede. Sus actuaciones son tomadas más como recomendaciones que como respuestas definitivas. Es decir, al final de todo, el hombre es el que tiene la última palabra; aun cuando es la máquina quién la ejecuta.

Fuente: Quartz

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