Grupo de investigadores de la Universidad de Salamanca, coinciden que la bacteria Rhizobium laguerreae es capaz de optimizar las espinacas.
Los resultados apuntan a ser un abreboca para el desarrollo de nuevos biofertilizantes que consideren y cuiden el medio ambiente.
Las espinacas son de gran aceptación en la dieta saludable de las personas y hay interés de productores por nuevas opciones fertilizantes. Un microorganismo considerado fiable para la agricultura es la bacteria del género Rhizobium laguerreae.
Se realiza un extenso tamizado con cepas de bacterias que podrían dar un buen resultado y se hacen pruebas in vitro. Esto hecho con el fin de verificar que dichas cepas de bacterias se incorporaran de manera adecuada a la planta.
Por lo tanto, el equipo ha diseñado proyectos semejantes para otros cultivos, esta vez la prioridad eran las espinacas.
Las espinacas y las bondades del biofertilizante
La primera alternativa es la Rhizobium laguerreae por sus múltiples beneficios como: hojas de mayor tamaño, mayor calidad nutricional. Las espinacas tratadas con esta bacteria poseen elementos como el nitrógeno y el magnesio, suponen mas y mejores nutrientes.
En ese mismo orden de ideas, resultan visualmente mas atractivas a la vista del consumidor por su color verde intenso. Es válido resaltar que parte de la investigación se da porque la bacteria permanece de forma natural en los suelos.
Y ésta fomenta la producción de clorofila, cuya presencia crucial en la fotosíntesis ayudando a las plantas a crecer mas. Las bacterias del género Rhizobium llamadas tambièn los probiòticos de las plantas, porque ayuda en la absorción de los nutrientes.
La Unión Europea exhorta que paulatinamente se reemplace el uso de fertilizantes químicos por biofertilizantes que no contaminen el entorno. Ahora bien, el empleo de un biofertilizante a partir de la Rhizobium laguerreae depende del interés que tengan los productores.
