Hay que reconocer que los mosquitos molestos tienen la habilidad de detectar a las personas aun en la oscuridad; esto lo logran gracias a que crean un compuesto que aumenta la capacidad de estos insectos para detectar la presencia del ser humano.
Esto ocurre cuando dormimos, o pretendemos hacerlo; y ese molesto zumbido se hace progresivamente más penetrante cerca de la oreja. No logramos advertirlo en la oscuridad, pero él sí detecta dónde estamos.
Para hallar un huésped humano para picar; el mosquito molesto se orienta esencialmente por el olor del dióxido de carbono que emanamos (asimismo divisan el del sudor). El insecto esta diseñado para detectar minúsculos cambios en las concentraciones de este gas (calor, humedad); y buscarlo hasta el punto donde está el hálito humano.
El inconveniente es que estos mosquitos no solamente son molestos; además transmiten enfermedades parasitarias como la malaria, dengue y fiebre amarilla. Esto llevó a los especialistas a crear repelentes e insecticidas más eficaces contra los insectos y más inofensivos para el ser humano.
Estudios para minimizar el sistema de detección de estos mosquitos molestos
Una de la forma es bloquear el sistema de detección. Científicos de la Universidad de California, en Riverside, detectaron en el laboratorio tres variedades de moléculas de olor ; que logran inhabilitar casi por completo en los mosquitos la localización del dióxido de carbono.
Lo experimentaron en el Anopheles gambiae (que propaga la malaria); Culex quinquefasciatus (propagador de filariasis y virus de Nilo Occidental). Y Aedes aegypti (dengue y la fiebre amarilla). Tres especies que se consideran son las responsables de propagar enfermedades a más de 500 millones de personas anualmente y producen miles de muertes, principalmente en países en desarrollo.
Mediante estos estudios se lograron bloquear los receptores de dióxido de carbono de los insectos, hallados en suplementos microscópicos en las antenas cerca de las bocas de estos insectos.
Instituyeron tres ejemplos de compuestos: inhibidores (bloquean los receptores), imitadores (fingen el dióxido de carbono, con la finalidad de crear trampas) y cegadores (impulsan en demasía a los receptores, llenándolos y enredando al mosquito).
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